Comparado con la tristeza, es el humo que te nubla; la combustión difuminándose. Es el nudo inalcanzable que atraviesa tu garganta sin poder siquiera desatarlo.
Te ahogas.
Al bajar por esa cuerda, está la indiferencia, situada en lo más profundo y oscuro del pozo en nuestra mente. Entre litros y litros de agua, encerrada entre las frias y asperas piedras, tan neutral, natural... tan mortal.
Al bajar por esa cuerda, está la indiferencia, situada en lo más profundo y oscuro del pozo en nuestra mente. Entre litros y litros de agua, encerrada entre las frias y asperas piedras, tan neutral, natural... tan mortal.
El causante del terror y la angustia.
El no sentir nada, igual a la calma de esa agua y la soledad que esta propaga. Nos aterra, nos paraliza. El sentir nos diferencia de la mente, de la muerte.
Nos empuja a arriesgarnos.
Intentar escapar del profundo pozo de la indiferencia no toma en cuenta la posibilidad de ahogarnos. Siendo así la fosa de inseguridades y temores que nos aterra abandonar.
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